¿Anti-Dumping en motos eléctricas?

El dumping o competencia desleal se refiere a la práctica de vender por debajo del precio normal a precios inferiores al del propio territorio con el fin de eliminar a la competencia y adueñarse del mercado, eliminando puestos de trabajo y empobreciendo la economía de un país.

El sector de las motos eléctricas en Europa está en creciente expansión, por lo que no sería de extrañar que sucediera algo parecido a lo que pasó con el negocio de importaciones de bicis eléctricas provenientes de Asia. Que ante la entrada masiva en Europa de estos productos, experimentada entre el 2014 y 2017, desató las protestas de la Asociación Europea de Fabricantes de Bicicletas (EBMA), provocando que la Unión Europa anunciase el 2 de mayo de 2018 un incremento de un 6 a un 48,5% en concepto de anti-dumping, que acabó casi totalmente con la importación masiva de Asia de este tipo de vehículos eléctricos ligeros.

A finales de 2019, la UE ya tenía en marcha 137 medidas anti-dumping y anti-subvenciones que protegían de la competencia desleal a casi 343.000 empleos directos en la UE.  En esta tabla se puede observar en la tercera fila una reducción del 83% en las e-bikes procedentes de China a las que habría que añadir el descenso de importaciones de Taiwán, Indonesia y Malasia que junto con China han sido los países que más exportan estos productos a la Unión Europea.

El resultado de las medidas anti-dumping provocó una ola de inversiones por parte de empresas chinas para establecerse en países europeos, como por ejemplo Bafang, que inauguró en el 2019 una instalación importante en Polonia. Ese ejemplo se convirtió en un caso de éxito abriendo las puertas a que otros fabricantes principalmente chinos y taiwaneses decidieran establecer sus fábricas en Europa, principalmente en países del este y Portugal, atraídos por sus bajos salarios y las facilidades que estos países ofrecen a las inversiones extranjeras a cambio de puestos de trabajo locales.

¿Sucederá lo mismo en el sector de la moto eléctrica? Todo hace pensar que sí, y es que cada vez existen más iniciativas privadas que apuestan por fabricar en la UE como es el caso de la italiana Askoll, la alemana Govecs, la francesa RED y las españolas: Silence, Nuuk-Rieju, RAY, Volta, Pursang, Velca, Torrot y otros muchos proyectos empresariales que irán saliendo en los próximos años y que sin duda conformarán un lobby muy importante dentro de la movilidad eléctrica. Estas empresas europeas tienen un serio déficit de proveedores de tecnología eléctrica por lo que de momento no les queda más remedio que seguir importando principalmente de China, país que dispone de los minerales clave para fabricar las partes principales como son las baterías de Litio, los controladores senoidales y sobre todo los motores brushless basados en imanes de neodimio. Estos componentes corren el riesgo de verse gravados por aranceles anti-dumping, lo que podría llevar a que gigantes chinos como QS, Yuma, CATL, CALB, Votol, Ling-Bo, ANT, Farasis, Kokam, etc. fabricasen aquí si no quieren perder ventas en el mercado europeo y que de no ser así no le quedaría otro remedio a la Unión Europea que buscar otros países suministradores como son la India o incluso en regiones africanas que ya se están posicionando.

¿Qué pasará con las marcas chinas que ya están vendiendo aquí? En esta guerra comercial se podrían ver afectadas los grandes fabricantes como Xiaomi, Super Soco, NIU, Efun, Sunra, Alrendo, Tinbot, Horwin, Yadea, Ecooter, Sur-Ron, Taro, etc. Es muy probable que no a todas estas marcas les interese establecerse aquí por lo reducido que es el mercado europeo (actualmente representa el 5% del global), por lo todo apunta a que sólo las grandes corporaciones invertirán para establecer sus fábricas en la UE. Algo parecido pasó con la industria de la automoción en los años 80 con empresas japonesas como Nissan, Toyota, Suzuki y más recientemente con las coreanas Hyundai y KIA. Este mismo principio podría aplicarse también a los fabricantes chinos de coches eléctricos como BYD, NIO y XPENG.

¿Y qué ocurrirá con los pequeños importadores? Todo hace presagiar que el negocio de la importación directa como la conocemos actualmente en estos momentos, podría tener fecha de caducidad en unos años, a juzgar por lo sucedido en 2019 con el negocio de las e-bikes.  

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La reflexión que también se deriva de todo esto es ¿Qué pasará con el precio que tendrá que pagar el consumidor final? La realidad es que ahora por ejemplo se puede disfrutar de una moto eléctrica de origen asiático de 50Ah de batería que da para 70-80Km de autonomía por unos 3500€, mientras que eso mismo en producto fabricado en UE tiene un coste real entre un 50 – 80% más y es aquí dónde empieza el debate entre los defensores del libre comercio que piensan que sin barreras el consumidor tiene más opciones de compra a precios más bajos y los “proteccionistas” que temen que sin medidas anti-dumping se puedan destruir miles de puestos de trabajo que esta industria genera actualmente. Como siempre la virtud está en el término medio y esa regulación es la que nuestros dirigentes deberán resolver en los próximos años.

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